La leyenda efímera del punk madrileño
Por mucho que el punk haya dado grandes nombres a la historia de la música, pocos logran convertirse en una verdadera leyenda. Radikal Tadache, el trío insurgente nacido en el sur de Madrid, no solo desbordó energía y actitud, sino que también se desvaneció en el momento justo, dejando tras de sí un rastro de misterio, caos y música inmortal. Activos durante apenas cinco años en la escena underground de la capital, su historia parece extraída de un guion maldito: una banda autodidacta que tocaba en calles, bares y fiestas patronales, y que terminó siendo conocida como una de las joyas ocultas del punk español.
Radikal Tadache nació a principios de los años 90, en Móstoles, al sur de Madrid. Formado por tres almas descarriadas: Chema Plaza "Jate" a la guitarra, David Mínguez "Pus" al bajo y voz, y Juan Tamargo "Tenazas", baterista y cerebro logístico, el grupo rápidamente se distinguió por su visión provocadora. La música corría a cargo de Jate, un compositor adelantado a su tiempo que mezclaba riffs desgarradores con estructuras que rozaban lo experimental. David, conocido por su carácter explosivo y su inestabilidad emocional, se encargaba de las letras y las voces, a menudo en un estado de semi-inconsciencia. Tenazas, por su parte, no solo mantenía el ritmo con su estilo contundente, sino que era también el maestro detrás de su campaña de marketing, la cual muchos aún consideran revolucionaria en el circuito DIY.
En 1995, y cuando parecía que el grupo estaba a punto de consolidarse con una pequeña gira nacional, Radikal Tadache desapareció de la escena de manera abrupta. No hubo un anuncio oficial ni una despedida; simplemente dejaron de existir. Algunos rumores apuntan a que Pus tuvo problemas serios con la justicia; otros aseguran que Jate emigró a Londres, mientras que hay quienes dicen haber visto a Tenazas gestionando un bar en algún lugar del Mediterráneo.
Hoy, solo quedan camisetas gastadas con su logo (un burro con pasamontañas dando una coz a una esvástica) y los recuerdos de quienes vivieron aquellas noches de caos y adrenalina. Su música, preservada en las pocas copias de “Escombros del sistema”, sigue resonando como un testimonio del espíritu indomable del punk madrileño.